OSSERVATORE
L’OSSERVATORE ROMANO
número 34, viernes 23 de agosto de 2019
página 5
El flagelo de la trata en latinoamerica
es el tercer país con mayor número de víctimas, explotadas tanto al inte- rior del país como al exterior. Los principales destinos internacionales son: España, República Dominicana, China, Japón, Chile, Ecuador, Méxi- co, Argentina, Panamá, Paraguay y Emiratos Árabes, según datos de Naciones Unidas. La trata de perso- nas en América latina se desarrolla a nivel interno, regional, intra-regional e internacional a través de diferentes formas organizativas y medios de transporte terrestre, aéreo o maríti- mo. En la trata de personas desde, ha- cia y entre países donde se necesita transporte aéreo o marítimo, aparece un número reducido de menores de edad como víctimas. El aspecto co- mún de todas las rutas es que se mueve a las víctimas desde áreas po- bres a zonas donde existe una relati- va prosperidad. Las rutas también dependen de la realización de las políticas migratorias y de la legisla- ción, vigentes en los países involu- crados, que son bien conocidas por los traficantes, porque ellos muchas veces operan con medios legales pa- ra propósitos ilegales. Se sabe que las formas de captación de las vícti- mas van desde el secuestro forzoso hasta el engaño, en el que se utilizan promesas, por ejemplo de trabajo o de tipo personal. La trata de personas es, como in- dica la ONU, "un delito de alcance mundial que afecta a casi todos los países de todas las regiones". Si bien la mayoría de las víctimas del tráfico humano son obligadas a prostituirse (del 58 al 59 por ciento) o a realizar otros trabajos forzados (del 32 al 34 por ciento), la trata de personas también es parte integral de los ne- gocios en torno a la provisión de servicios domésticos, a las adopcio- nes ilegales y a la mendicidad im- puesta, sobre todo en América del sur. “Los países andinos reportan una proporción particularmente grande de trata de niños”, reza un segmento del Informe Global sobre Trata de Personas 2018, elaborado con base en unos 24.000 casos docu- mentados en 2016 en 142 países. En Bolivia y Perú se detectaron más víc- timas infantiles que adultas; en Ecuador, los menores representan poco menos de la mitad del total. El 82 por ciento de las víctimas regis- tradas en Sudamérica son mujeres y su destino más común es la explota- ción sexual. Dos tercios de los dete- nidos y condenados por esta forma de esclavitud son hombres. Uno de los mayores retos a los que se enfrenta el continente es el de hacer frente a la organización de las mafias y a la corrupción que se ge- nera en torno a estas y que supone un serio obstáculo a la hora de per- seguir a los criminales. Otro desafío es conseguir implementar los escasos protocolos de actuación para las au- toridades y la insuficiencia mecanis- mos de protección con los que cuen- tan las víctimas de trata, que des- pués de haber vivido una situación traumática, entre otras dificultades, se enfrentan a cómo demostrar que han sido víctimas.
S ILVINA P ÉREZ L a vida de la argentina María de los Ángeles Verón, a la que todos llamaban Marita, dio un giro trágico en el 2002 cuando una red de trata de personas la secuestró a los 23 años, para esclavizarla y prostituirla. Hasta entonces regentaba una tienda y era madre de una niña de tres años. To- do cambió cuando un día alguien la golpeó con la culata de una pistola en plena calle y la introdujo a la fuerza en un coche en una ciudad del norte argentino. Desde entonces, sigue aún desaparecida. Su madre, Susana Trimarco, removió cielo y tierra hasta que, harta de no encon- trar respuestas en los despachos ofi- ciales, decidió actuar por su cuenta. Comenzó haciéndose pasar por prostituta y ganándose la confianza de las mujeres que encontraba en los prostíbulos y con el tiempo consi- guió averiguar que su hija Marita fue vendida a la mafia por 2.000 eu- ros para ser explotada sexualmente. También descubrió que en el mismo periodo, 17 jóvenes argentinas ha- bían sido vendidas a España. Su ha- llazgo hizo que tiempo después la Policía Nacional española consiguie- ra rescatarlas. Su peligrosa aventura duró 14 años, hasta que logró sentar en el banquillo de los acusados al proxeneta de Marita y a 12 supues- tos colaboradores. El caso de Marita Veron es para- digmático y en Argentina marcó un antes y un después en la toma de conciencia sobre el drama de la tra- ta. Hoy, hay cada vez más víctimas que denuncian y que son asistidas. Sin embargo, todavía el flagelo gol- pea duro y en este país sudamerica- no actualmente se busca a 6 mil per- sonas desaparecidas. El mecanismo de busca se activó cuando sus fami- liares o alguien cercano interpuso una denuncia de averiguación de pa- radero, aunque se ha demostrado que, por lo general, este dispositivo no logra dar respuestas a la grave- dad a la situación de personas rete- nidas por redes de explotación se- xual y laboral. Varios de esos casos pertenecen a chicas y chicos nacidos o criados en la La Quiaca, una ciudad al noroeste de Argentina, en el límite fronterizo con Bolivia. Por la inexistencia abso- luta de estadísticas, no es posible elaborar un número exacto de cuán- tos menores desaparecen en esa zona y en las poblaciones de los departa- mentos de Yavi, Santa Catalina y Rinconada. Pero hay datos que sir- ven para contrastar: los de diversas ONG dedicadas a la trata, que coin- ciden en estimar un flujo diario de 750 menores de edad que cruzan la frontera de manera irregular. Estas zonas grises son puntos fronterizos, “coladores” , en donde la trata de personas es una realidad cotidiana y existen a lo largo de todo el conti- nente. Y si bien la explotación sexual es uno de los fines de la trata más de- mandados y comunes, no es el úni- co. Del total de víctimas, un cuarto son niños y más de la mitad son ni- ñas y mujeres. Como el caso de Pilar
(21años) y Amparo(17 años), son amigas y viven sin trabajo perma- nente en Chinandega/Nicaragua. Sus familias tienen muchos proble- mas financieros y en la búsqueda de alternativas económicas decidieron contactar con un camionero, amigo de la familia de Pilar, pidiéndole que las ayude a migrar ilegalmente a los Estados Unidos. En el territorio americano tienen parientes que les prometieron traba- jo. El método, como en tantos otros centenares de casos, fue el siguiente: El camionero las lleva hasta la fron- tera de México con los Estados Uni- dos, donde les explica que por asun- tos de seguridad del transporte ile- gal hacia los Estados Unidos deben separarse. Después conecta a Pilar con un grupo de “transportistas” y a Amparo con otro. Llegando a los Estados Unidos Pilar se encuentra con sus parientes, los cuales le ayu- dan a pagar su deuda con los servi- cios de migración ilegal. En el caso de Amparo, el panorama cambió bruscamente en el momento de arri- bar a los Estados Unidos: le quitan sus documentos personales, le prohí- ben ponerse en contacto con sus pa- rientes y le imponen una multa de más de 10.000 dólares. Para poder pagarla, termina trabajando a la fuerza como prostituta bajo vigilan- cia. Su historia es representativa de la elevada vulnerabilidad que viven las mujeres en situaciones de crisis humanitarias, pobreza o migraciones masivas, en las que se ven a menudo sometidas a explotación sexual y a
todo tipo de violencia, hasta el pun- to de que, en algunos casos acaban resultando víctimas de trata. Las historias documentadas en el informe anual de la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, ponen el acento en el he- cho que pese a que en el mundo 134 países han aprobado leyes para con- vertir la trata de personas en un de- lito, a nivel mundial todavía existen alrededor de 525 rutas para el trasla- do de personas con fines de explota- ción. Tal es así, que se estima que el diez por ciento de las cientos de mi- les de personas que son víctimas de trata en el mundo son latinoamerica- nas. Según datos presentados a la Co- misión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entre 2002 y 2016 fueron registradas 13.166 vícti- mas en 14 países de la región. Ade- más, la falta de claridad en torno a las cifras y la dificultad para recoger datos reales es tal, que el número de casos real podría ser mucho mayor. No en vano, Naciones Unidas calcu- la que por cada víctima de la trata de personas identificada, existen 20 más sin identificar. Es tal la grave- dad de la cuestión que el Observato- rio Latinoamericano Sobre Trata y Tráfico de Personas (ObservaLATra- ta) expresó en una audiencia ante la CIDH en Montevideo que se consti- tuye la "industria de mayor creci- miento" en la región. México y Brasil son los países más afectados por este flagelo en Latinoamérica junto a Colombia que
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